La noche del 1 de noviembre, durante el encendido del tradicional Festival de las Velas en el zócalo de Uruapan, el sonido de los disparos acalló la fiesta.
El objetivo del ataque armado fue Carlos Alberto Manzo Rodríguez, el alcalde que había prometido recuperar la paz en la ciudad, perdiendo la vida minutos después de recibir siete impactos de bala, justo tras cargar a su hijo en brazos.
Manzo Rodríguez no era un político más; era la voz que, con recursos limitados, se atrevió a desafiar directamente a los grupos delictivos que asolaban el municipio, una tarea que, según sus propias palabras, lo obligó a luchar "prácticamente solo". Su gestión estuvo marcada por operativos de seguridad y una valentía forzada, reconocida en una de sus últimas declaraciones públicas: "Tengo miedo, pero tengo que acompañarlo de valentía. No nos queda de otra."
El alcalde no solo encabezó acciones para recuperar la tranquilidad, sino que también alzó la voz para denunciar la falta de apoyo.
Meses atrás, había solicitado auxilio a figuras clave del gobierno federal y estatal —incluyendo a Claudia Sheinbaum, Omar García Harfuch y al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla—, peticiones que, tristemente, fueron ignoradas.
A pesar de la falta de respaldo, Manzo se apuntó logros significativos, como la detención de un jefe de plaza conocido como "El Rino" y otros integrantes de células criminales. Su mensaje era claro y contundente: "A la ciudadanía de Uruapan, al gobierno y a los policías que están haciendo bien su trabajo se les tiene que respetar".
Consciente del vacío institucional, el alcalde advirtió que si las autoridades competentes no asumían su responsabilidad, se verían obligados a tomar medidas radicales. Además de su lucha en las calles, promovía la reconstrucción social, llamando a padres de familia a poner orden desde el hogar, no solapar ilícitos y denunciar.
Su asesinato marca un trágico capítulo en la lucha contra la inseguridad en México, silenciando con las balas a un funcionario que, hasta el último momento, se dedicó a enfrentar la delincuencia por miles de ciudadanos.
