El Observatorio Contra el Fraude, creado por el Parlamento, reducía aún más esa estimación para situarla en torno al 20%, unos datos apoyados por la soledad en las calles y los centros electorales semivacíos durante todo el día, una fiel prueba del escaso apoyo y participación popular.
"Maduro votó en un centro protegido para no exponerse al rechazo público en el barrio popular de Catia. Tanto en el voto como en la celebración estuvo blindado por el poder militar.
el experto electoral Jesús Castellanos, declaró: "El régimen necesitaba una participación electoral masiva y una Asamblea con visos de pluralidad. Ninguna se ha conseguido. El 31% oficial refleja que incluso dentro del chavismo hubo abstención. Además la credibilidad del CNE ha quedado totalmente en entredicho"
Los mecanismos de extorsión social y la famosa Operación Remate también engordaron las cifras, una práctica habitual. En las presidenciales de 2012 el chavismo empujó a un millón de electores con un operativo de última hora que mezclaba coacciones y transportes masivos con fondos del Estado. En 2013 fueron 800.000. En las presidenciales de 2018 se calcula que supuso el 6% del censo.
A la cabeza de la Operación Remate se situaron el propio Maduro, quien ordenó su puesta en marcha, sus gobernadores y su propio hijo, quienes lanzaron mensajes a sus subordinados para que se acelerara la recogida y traslado de votantes. "Aprieten, no estamos conformes con los resultados", avisó el gobernador Jorge García Carneiro.