En la capital, Jartum, envuelta con un fuerte olor a pólvora y privada parcialmente de agua y electricidad, los habitantes y hasta connacionales mexicanos (que ya están en contacto con autoridades de la SRE), están atrincherados en sus casas.
Un espeso humo negro, mismo que se puede ver desde el espacio, se eleva del centro de la ciudad donde se encuentran las instituciones políticas y militares.
Los pocos supermercados abiertos advirtieron que sólo podrán seguir funcionando unos días más, debido a la falta de suministros, y los hospitales que acogen a los heridos se están quedando sin insumos.
La Liga Árabe, la Unión Africana, Estados Unidos y el Reino Unido exigieron un “cese inmediato” de la violencia.
“Hay una gran preocupación por los combates (…) por la amenaza que suponen para la población civil, para la nación sudanesa e incluso potencialmente para la región”, declaró el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, tras reunirse en Japón con su homólogo británico, James Cleverly.
La violencia en el país africano estalló el sábado tras semanas de tensiones entre los dos generales que protagonizaron el golpe de octubre de 2021, que puso fin a la transición de Sudán hacia un gobierno civil: el jefe del ejército, Abdel Fatah al Burhan, y el jefe de los paramilitares de las FAR, Mohamed Hamdan Daglo.
Desde entonces no cesan los combates con armas pesadas y la aviación bombardea regularmente los cuarteles de las FAR, incluso en pleno centro de Jartum.
Estos exmilitares de la guerra en la región de Darfur, convertidos en auxiliares oficiales del ejército, están desplegados en la capital, vestidos con uniformes y armados, y luchan para tomar el control de las principales instituciones del país.
Según el sindicato oficial de médicos, al menos 97 civiles murieron en los combates, cerca de la mitad en la capital. Y los combatientes muertos se cuentan por “decenas”.
El ejército dijo el domingo que la situación era “estable” mientras que las FAR aseguraron estar cerca de la victoria.
En realidad es imposible saber qué fuerza controla qué. Las FAR dijeron que tomaron el aeropuerto internacional y el palacio presidencial, lo que el ejército negó.
El ejército afirma tener en su poder la sede de su Estado Mayor. En cuanto a la televisión estatal, que sólo emite cantos patrióticos, como durante el golpe, ambos bandos afirman controlarla.
Sin una tregua a la vista, médicos y organizaciones humanitarias dieron la voz de alarma. Algunos barrios de Jartum no tienen agua ni electricidad desde el sábado.
Médicos informaron de cortes de electricidad en los quirófanos y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “varios de los nueve hospitales de Jartum que reciben civiles heridos ya no tienen reservas de sangre, equipos de transfusión y otros materiales vitales”.
Los pacientes, algunos de ellos niños, y sus familiares “no tienen comida ni agua”, afirmó una red de médicos.
Pese a que ambas partes anunciaron el domingo por la tarde un corredor humanitario para evacuar a los heridos, las explosiones y disparos no cesaron en Jartum.
El jefe de la misión de la ONU en Sudán, Volker Perthes, dijo estar “extremadamente decepcionado” de que ambos bandos sólo hayan “parcialmente respetado” las tres horas de “tregua humanitaria” que habían aceptado.
Perthes afirmó además haber observado una “intensificación” en los combates el lunes por la mañana.
El Programa Mundial de Alimentos suspendió sus operaciones en Sudán tras la muerte de tres empleados que trabajaban para esta agencia especializada de Naciones Unidas.
Antes del estallido de violencia, más de un tercio de los 45 millones de Sudán, uno de los países más pobres del mundo, dependían ya de la ayuda humanitaria.
“Es la primera vez en la historia de Sudán desde su independencia [en 1956] que se ve tal nivel de violencia en el centro de Jartum”, dijo a la AFP Kholood Khair, fundadora del centro de investigación Confluence Advisory en Jartum.
“Los combates tienen lugar en toda la ciudad”, aseguró.