Por más que la religión nos enseñe que hay que tener fe y no codiciar los bienes ajenos, la historia reciente nos demuestra que algunos líderes religiosos han entendido el mensaje de manera muy selectiva. El caso de la pastora Karen “A.” y su novio del gimnasio en Chiapas, acusados de robarse 11 millones de pesos en diezmos, es solo una muestra más de cómo el dinero sagrado termina financiando excesos terrenales.

Publicado en Opinion

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