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En el país de los «mil y un atajos», donde la ley parece a veces doblarse como varilla en manos de quienes conocen sus puntos más frágiles, surge un caso que despierta sospechas de irregularidades y potencial fraude. Un asunto que tiene como protagonista, lamentablemente, a una persona que ya no está entre nosotros para defender su palabra: la señora Lucrecia Hernández Barrales, quien, en sus últimos días, ya gravemente enferma, se vio envuelta en lo que podría ser uno de los mayores abusos de confianza y negligencia profesional en Tepeaca, Puebla.

Publicado en Opinion