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Los “Joes superfans” que siguen a Trump donde quiera que vaya

Escrito por Agencia

Tan pronto como se abren las puertas del estadio para el acto de campaña del magnate Donald Trump, ellos corren hacia la primera fila, ignorando todos los carteles de lugares “reservados”, para ocupar decididos sus puestos. Son los “Joes superfans” del aspirante a la presidencia de Estados Unidos (EU). 

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“Tenemos los asientos perfectos, Trump nos va a mirar directamente”, sonríe Scott Knuth, de 57 años, luciendo una camiseta deportiva con colores rojo, blanco y azul con la leyenda USA (Estados Unidos) y “Front Row Joes” (“Los Joe de Primera Fila”), como se autodenominan. 

Él y algunos otros aquí son parte del grupo de fanáticos más acérrimos del expresidente republicano (2017-2021). Para Knuth este será el evento número 43 presenciando a Trump en el estrado. 

Conseguir esa posición privilegiada implicó negociar con la seguridad y esperar toda la noche bajo la lluvia. 

“Necesitarán una excavadora para sacarme de aquí”, sostiene sonriendo cuando faltan más de dos horas para el inicio del discurso de Trump en Richmond, la capital de Virginia. 

El martes, ese estado del este de Estados Unidos, se unirá a otros 14 en la celebración de primarias de nominación partidaria que se espera le proporcionen una gran cantidad de delegados a Trump. 

Quedaría así prácticamente sellada la candidatura republicana a la Casa Blanca para hacer frente al intento de reelección del demócrata Joe Biden, en noviembre. 

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Hasta la quiebra llegan los “Joes superfans” de Trump 

Knuth vio a Trump por primera vez en 2015 y en ese momento sintió que su entusiasmo por la entonces naciente campaña política del magnate inmobiliario, era algo aislado y sin respaldo. 

Desde entonces, este trabajador de la construcción ha visto crecer las multitudes a favor de Trump, con quien ya pudo hablar ocho veces y ya se tomó muchas selfis. 

Conoce bien el ritmo de un mitin de Trump: un mar de gorras rojas que dicen “Make America Great Again” (“Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”) se balancean en un recinto cubierto por música animada. La energía aumenta a medida que se acerca el momento cumbre. 

“Tiene una sensación de espectáculo de rock con la música, cómo se desarrolla, todo el mundo se activa”, explica Knuth. 

Es difícil igualar el entusiasmo de Edward Young por ver a Trump: el de Richmond es el acto número 73 al que asiste. 

“Los actos de Trump son el mayor espectáculo del mundo”, afirma con energía frenética este hombre de 64 años. 

El viernes, trabajó hasta las 6 de la tarde y luego condujo desde el estado de Nueva Jersey “toda la noche bajo la lluvia” para llegar a Virginia a las 4 de la mañana y estar en posición de conseguir un asiento en primera fila. 

“No he dormido”, dice Young, quien trabaja ayudando a pequeñas empresas a gestionar sus deudas. 

Young y Knuth provocan la admiración de los simpatizantes de Trump que ven a su ídolo político por primera vez. 

Pero esta devoción tiene un alto costo. En 2016, Young se volcó de lleno a la campaña de Trump, hasta el punto de que estuvo en la fiesta de la victoria en Nueva York la noche de las elecciones. 

“Pero había agotado por completo mi cuenta bancaria. Si la campaña hubiera durado una semana más en 2016, estaría en quiebra, pensé”. 

La pasión por Trump es más que un pasatiempo 

El costo de seguir a Trump en este ciclo electoral continúa acumulándose, y Young ya gastó miles de dólares entre gasolina, hoteles y otras expensas de su gira desde enero. 

“Soy una vez divorciado y una vez viudo… No tengo hijos. No me importa gastar el dinero, pero sí, estoy echando mano de mis ahorros”, reconoce. 

Su pasión por Trump es más que un pasatiempo. “Creo que hoy soy un guerrero. Porque Estados Unidos está muriendo”, fundamenta. 

Para Young “esta es una guerra civil en Estados Unidos”. “Y estoy luchando con mis palabras. Y con mi presencia en estos actos”, sentencia. 

A unos pocos asientos de distancia, al pie del podio, un “Joe de primera fila” que se negó a dar su nombre sostiene que veía a Trump en vivo por séptima vez. Vino a encontrarse con la “familia” que está creando al asistir a estos eventos. Ha dejado a su esposa e hija en casa el fin de semana. 

“Una vez que vienes, quedas enganchado”, resalta, mientras la multitud detrás de él toma fotos y compra bocadillos a la espera de la irrupción del expresidente. 

Finalmente, la canción “Proud to be an American” (Orgulloso de ser estadounidense) comienza a sonar en los parlantes. 

Y entonces, la multitud se pone de pie y ruge cuando Trump sube al escenario, para la admiración de sus superfanáticos de primera fila, una vez más. 

 

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