Dicho día se conmemora el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico y anglicano, como así también de diversas denominaciones protestantes (luterana, metodista, presbiterana y algunas bautistas). Se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos, día en que comienza la Semana Santa. La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior.
Año litúrgico móvil, pues tiene lugar en diferente fecha cada año, siempre relacionada con la también móvil celebración de la Pascua. Puede acontecer entre el 4 de febrero y el 10 de marzo. En el siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en cuarenta días, esta comenzaba seis semanas antes de la Pascua (para calcular la fecha de la Pascua se usaba el Computus), en domingo, el llamado domingo de "cuadragésima". Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal. Entonces surgió un inconveniente: desde los orígenes de la liturgia cristiana nunca se ayunó en día domingo por ser "día de fiesta", la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado del mes.
¿Qué significa la ceniza en la frente?
El simbolismo de la ceniza se relaciona con el hecho de ser el residuo frío y pulverulento de la combustión, lo que persiste luego de la extinción del fuego. La ceniza simboliza la muerte, la conciencia de la nada y de la vanidad de las cosas, la nulidad de las criaturas frente a su Creador, el arrepentimiento y la penitencia. De allí las palabras que Abraham pronuncia en el Génesis:
"Aunque soy polvo y ceniza me atrevo a hablar a mi Señor".
Génesis 18:27
Los griegos, los egipcios, los judíos y los árabes, entre otros pueblos de Oriente Próximo, acostumbraban a cubrirse la cabeza de ceniza en señal de luto o duelo. En la Biblia es un símbolo característico de penitencia interior o duelo. Los ninivitas usaban la ceniza como gesto de arrepentimiento profundo. Los mensajeros de malas noticias solían cubrir de ceniza su cabeza.