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La leyenda de la llorona poblana mejor conocida como la señora de San Pablo del Monte

Escrito por Henry Sánchez Ortiz

Puebla es conocido como un lugar de gran gastronomía, sin embargo; otra de sus grandes atracciones son las leyendas escalofriantes que tiene, entre ellos está la leyenda de la señora de San Pablo del Monte “La Llorona poblana”, y aquí te contaremos dicha versión.

La llorona no es una leyenda desconocida, pues en cada estado de la república hay una historia detrás de esta misteriosa mujer, con el mismo trágico final con la muerte de sus hijos, emitiendo a lo largo de los años su espectro un llanto conocido como ¡Aaaay mis hijos!

Este grito que emite el espectro de una mujer con rostro pálido, demacrado y humedecido por las lágrimas, a cuyo paso, hasta el viento parece entristecerse por el recuerdo de una desgracia que sería imposible de olvidar.

Y en Puebla no hay excepción; ya que de acuerdo a los pobladores de San Pablo del Monte, cuando la oscuridad cae los pobladores sienten tal temor, que se encierran en sus casas antes de las 10:30 de la noche y todo esto gracias a “la señora”.

Cuenta la leyenda que en los tiempos de la Colonia, la señora fue la mujer más hermosa del pueblo y cegada de amor contrajo matrimonio con un apuesto hombre, muy rico y celoso.

La mujer despertaba pasiones a su paso y, lo que la gente cuenta, es que el hombre lleno de cólera encerró a la mujer en su casa y le prohibió salir. Durante dos años nadie pudo verla, porque se mantuve encerrada en sus aposentos, hasta que un día escucho que su marido maltrataba a sus hijos y fue entonces que se atrevió a hacerlo.

Al salir de su habitación, la mujer advirtió que el hombre les desfiguraba el rostro a los pequeños. De un solo grito ella exclamó: ¡No!, déjalos, ¿qué te han hecho?, A lo que el hombre respondió exlatado: “su hermoso rostro me recuerda tu belleza”.

La mujer salió corriendo hecha una piltrafa, las ratas habían mordido su bello rostro y habían dejado marcas profundas en su piel; y por si esto fuera poco, para salvar a sus hijos tuvo que pasar en medio de una feroz jauría de perros que se abalanzó sobre ella. Aun así, la mujer logró arrebatarle a los niños y huyó cargando los cuerpos sin vida de sus hijos en medio de la noche. Se fue mientras gritaba aquella frase que hoy nos eriza la piel: “Aaaay mis hijos”.

Los pobladores aseguran que “La Señora” (así la conocen) aparece entre las milpas, deslizándose suavemente, y se anuncia desde lejos con un grito de dolor desgarrador que nace desde sus entrañas, ¡tan intenso!, que hasta el aire pareció entristecerse y hiela la sangre de cualquiera, ¡qué miedo!

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