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El péndulo de la educación

Escrito por Brenda Trujillo

El mexicano suele expresarse negativamente de la educación en el país, esto incluye a los profesores malos y acomodados en alguna plaza, su ausencia en el aula y las actividades «mediocres» que se implementan. En general, se sabe que las críticas hacia México son muy duras por las condiciones difíciles que se viven en ciertas zonas y por ser, claro está, un país del tercer mundo.

Los innumerables desaciertos en este rubro han cansado a la población, desgastado a los aprendices y a sus padres, pero éstos últimos no se han percatado que además de ser los más afectados también han contribuido a que la enseñanza sea inferior y no cubra las expectativas.

¿Por qué? Hay dos vertientes. Los padres que aplauden a los maestros que regañan bastante o ponen mano dura ante una conducta inapropiada del estudiante sí es pertinente, siempre y cuando incluya los lineamientos de respeto y ética, y asimismo un aprendizaje útil y valorado que no se base únicamente en la teoría del condicionamiento.

Es decir, según Skinner «el paradigma del condicionamiento operante lo podríamos
gráficamente representar por R – E+, donde R es la respuesta o
conducta, y E+ el refuerzo u operación de reforzamiento«.

Para comenzar desde cuándo uno es pequeño sí es apropiado aplicarlo, pero conforme transcurren los años ya no vale aplicar la misma teoría, pues el ser humano debe aprender a cultivarse por el gusto de enriquecerse mentalmente, culturalmente y en diversos rubros. Si el alumnado siempre espera un beneficio físico o material al adquirir conocimiento intelectual entonces no está funcionando el proceso idóneo.

El problema es que esa conducta a veces empieza desde el hogar, ya que los padres en el afán de que sus hijos los obedezcan abusan del condicionamiento y se vuelve costumbre para ambos. Y lo que causa más tristeza es que algunos mexicanos no hacen las cosas por convicción, sino porque saben que se deben hacer. Y eso enseñan en la casa, en la escuela y en la calle; a no reforzar la pasión por el conocimiento en sí mismo.

También uno de los errores es creer que el aprendizaje es memorizar pero sin entender, memorizar para aprobar un examen y luego olvidar el contenido. Quizá podamos aceptar todos que en algún momento estudiamos arduamente para un examen, y ya que lo pasamos se esfuman los conceptos. Podría ser que haya sido una materia que no agradaba, ¡Es aceptable!, Pero para aquello que gusta enormemente aunque tenga su grado de dificultad no aplica esa situación. Hay que esforzarse con placer, no a la «fuerza».

El otro cúspide es cuando los padres solapan o secundan cualquier acción de su hijo, a sabiendas de que es errónea, creen que por natalidad el chico/a es brillante y la realidad es que no es así. Por ende, puede ocurrir que crezca el ego de los adolescentes y no atiendan a ningún aprendizaje, ésta es la peor superioridad en la que el sujeto cree que lo es pero no posee ni una pizca.

Así que son panoramas dignos de ser analizados por la gran importancia que ejercen en la sociedad de México. Pero no se debe quedar allí, el mérito se realizará cuando el estudio y la perspectiva de resultados se implemente verdaderamente.

Los profesores buenos existen, y hay realmente unos excelentes, pero no son el denominador común. Un maestro «bueno» es aquel que se preocupa por enriquecerse de conocimiento con pasión, y al transmitirlo también, pero surge la interrogante para todos ¿Para ti que es un profesor bueno? Las respuestas pueden ser muchas y relativas, pero pocas con razón.

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