Alrededor de 20 guardias vigilaban cada movimiento de los transeúntes cercanos al convoy compuesto por al menos 4 camionetas.
Al llegar al despacho presidencial, Maduro Moros descendió de una camioneta Suburban negra y blindada para luego entrar caminando al recinto por la puerta principal; antes, se detuvo un par de ocasiones para saludar a la distancia a los asistentes que se encontraban tras las vallas metálicas.
Consignas divididas
En la Plaza de la Constitución, diversos contingentes ciudadanos se manifestaron tanto a favor como en contra del mandatario sudamericano: “¡Ni represor ni bandido, Maduro es bienvenido!”, pregonaban los simpatizantes. “Dictador venezolano, que tiene en la miseria a un pueblo hermano”, declaraban los detractores.