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Piña Olaya y Alberto Jiménez, el gobierno de la ignominia

Escrito por Miguel Ángel Garcia Muñoz

Extiendo mis condolencias a Alberto Jiménez Arroyo por el fallecimiento de su papá Alberto Jiménez Morales, quien fuera asesor del gobernador Mariano Piña Olaya (1987-1993).

Lo que no puedo hacer es reconocer su labor política ni sus actos de traición y persecución sufrida en carne propia; además, porque junto con Mariano protagonizó el gobierno de la ignominia en Puebla, apenas rebasado por el de Rafael Moreno Valle Rosas que dejó endeudado el estado por 70 años con obras de relumbrón, concesiones, despojos, hoyos financieros y moches escandalosos.

Mucho menos le puedo otorgar el término de don, tratamiento que significa respeto y antiguamente denominaba a personas de alto rango social.

La explicación es simple.

Lo escribó en varias ocasiones cuando vivía Alberto Jiménez Morales; nunca esperé su ausencia. Hoy, ratificó lo dicho.

Hay testigos vivientes de lo que digo, incluyendo las hemerotecas donde la palabra escrita no muere.

Le doy valor a mi palabra y la defiendo estoico.

Varias veces platicaron Alberto y mi papá Ángel García López. Ambos eran asesores de Mariano. Siempre imperó el respeto, al menos eso le profesaba el periodista, pero se equivocó pensando que el sentimiento era recíproco.

Piña Olaya fue producto de la imposición federal, arrebatándole la candidatura al poblano Ángel Aceves Saucedo, siendo señalado de haber nacido en Guerrero, no en Champusco como pregonó para legitimar su cuna. Protagonizó escándalos por expropiar terrenos en la reserva Atlixcáyotl que echó para atrás Manuel Bartlett; invirtió el presupuesto del estado en la bolsa de valores que se cayó y nadie hizo escándalo; especuló con el rescate de la zona de San Francisco, siendo beneficiada su esposa Patricia Kurczyn con los Lavaderos de Almoloya; echó abajo los acuerdos de trabajo y colaboración con los vendedores ambulantes de la “28 de Octubre” hechos por su predecesor Guillermo Jiménez Morales, desatándose la violencia y dejando algunos muertos y desaparecidos; utilizó el dedazo para guiar su sucesión en favor de Marco Antonio Rojas Flores que, finalmente, fracasó.

Precisamente fue la confrontación con la “28 de Octubre” y su líder Rubén Sarabia “Simitrio”, que lo llevó al rompimiento de relaciones institucionales entre el gobierno de Piña Olaya y el periódico ABC Puebla. Su director Ángel García López, aconsejó que no se les persiguiera porque nunca los iba a exterminar, los haría mártires, aparte de que él sentía una simpatía por el oficio, pues había sido vendedor en las calles, igual que yo en mi adolescencia.

Alberto Jiménez Arroyo, jefe de comunicación social y Raúl Zárate López, jefe de prensa, fueron encomendados por Mariano a visitar el periódico ABC y hablar con su director: “Ángel, te pide el gobernador que no te metas en el asunto de los vendedores ambulantes”. La respuesta fue: “Dile a Mariano que está equivocado; perderá la batalla al paso del tiempo”. La discusión de alargó mediante una botella de coñac.

¿Si era asesor Ángel García López, por qué Mariano no lo mandó a traer?

La intriga ya estaba sembrada. Mi papá lo sabía.

Una segunda visita fue amenazante: “Te vuelve a pedir el gobernador que dejes de defender a la 28 de Octubre o habrá consecuencias”. La contestación fue similar: “Dile que no es conveniente; mi obligación es hacerle ver el error; hará mártir a Simitrio y nunca podrá acabar con el comercio informal que sostiene a miles de familias”.

La tercera fue la vencida: “Ángel, nada más vine a decirte que Mariano da por rota cualquier relación contigo y ABC”.

Inició el hostigamiento; las amenazas; la estancia de judiciales frente al periódico en las madrugadas cortando cartucho sin causa aparente; una golpiza a quien esto escribe; el corte de cualquier publicidad de todas las esferas del gobierno estatal, municipal, federal y hasta de los empresarios “autónomos”; se acabaron los amigos que abundaban cuando mi padre era asesor.

En 1988, en acto de hipocresía absoluta, Jiménez Arroyo pidió visitar el periódico y platicar con mi papá. Llegó acompañado, para variar, de Raúl Zárate López. “Ángel, me envía el gobernador para decirte que quiere reanudar las relaciones contigo y ABC de manera sincera; borrón y cuenta nueva. Te pide que lo ayudes a difundir la campaña en favor de Carlos Salinas de Gortari”. Era sabido que Mariano no era de las simpatías de quien sería Presidente de México.

Hubo un acuerdo. Nunca extorsiones, nunca chantajes, nunca te pego para que me des.

Ganada la elección por el PRI y Salinas, otra vez solicitó una reunión Jiménez Arroyo con mi papá en el restaurante “Chezzar” del hotel “Aristos”. Lo acompañé y a bocajarro el funcionario dijo tajante: “Ángel, dice el gobernador que ya no te necesita, que lo hablado de reanudar las relaciones con ABC queda anulado”. Ángel, le preguntó: “¿Qué dice tu papá Alberto Jiménez Morales?”… ”A mi papá no le gusta el chisme”, diría soberbio y campante.

Salimos del “Chezzar” con la indignación a cuestas, pero prestos a luchar otra vez contra la persecución y la mentira.

Esto lo festinaba el periodista Mario Alberto Mejía Martínez, quien hoy le rinde pleitesía a su benefactor Alberto Jiménez Morales y, por supuesto, al junior.

El delincuente Arturo Rueda Sánchez, llora el fallecimiento del dueño de la Escuela Libre de Derecho y la Universidad de la Sierra.

Mario Alberto Mejía y Arturo Rueda, son uno mismo.

Un año antes de terminar la gestión de Mariano, ABC apostó con argumentos que el próximo gobernador sería Manuel Bartlett Díaz, quien recibió a mi padre y a mí en su despacho de la Secretaría de Educación Pública del Distrito Federal.

Un día después, Rafael Ramírez Reyes, quien era el director del Instituto Poblano de la Vivienda, pidió hablar con mi papá junto a la iglesia de Loma Bella. Dentro de una camioneta suburban roja el guerrerense fue directo: “Cuánto se te debe de convenio de los 5 años de gobierno, porque Mariano está dispuesto a pagarte todo con réditos. Al mismo tiempo, abría 2 portafolios que llevaba consigo repletos de dinero. Esto es un adelanto; habrá más y la próxima administración te tratará como rey. La condición es que apoyes con todo a Marco Antonio Rojas Flores”.

La respuesta fue contundente y significó una gran lección para mí: “Dile a Mariano que chingue a su madre. La guerra no termina hasta que termina”.

Demostración enorme de honor y dignidad.

Manuel Bartlett Díaz, llegó al gobierno de Puebla.

¿Qué clase de asesor era Alberto Jiménez Morales?

El gobierno de Mariano fue un fracaso.

Si Alberto era considerado vicegobernador, fue un fiasco.

Encontró en el rompimiento del gobierno y ABC la forma de hacer a un lado al asesor Ángel García López, ante su falta de hombría de hacerlo de frente y su orfandad de aptitudes superiores.

El gobierno de Mariano Piña Olaya estuvo repleto de corrupción y el cómplice principal fue Alberto Jiménez Morales.

Ahora, Piña Olaya es consuegro de un pillo como Rafael “Falín” Posada Cueto; se la jugó con Ignacio Mier Velazco e invirtió a favor de Eduardo Rivera Pérez y Mario Riestra Venegas.

Su hijo Juan Pablo Piña Kurczyn, es yerno de “Falín” y defiende, en su carácter de abogado, a fichas negras de la política y la clase empresarial

POSDATA: En pleno gobierno de Bartlett que había arrancado en 1993, el periodista presuntuoso con sus aires de intelectualoide, Mario Alberto Mejía Martínez, escribió que ABC y su director habían chantajeado a Mariano Piña Olaya pidiéndole 100 mil pesos de convenio mensual, en lugar de los 60 mil que percibía, siendo esa la causa del rompimiento.

¡Calumnia vil!

Hubo un intercambio epistolar con un servidor. Él, en El Universal sección Puebla; yo, en ABC Puebla, terminando “Mayito” ofreciendo disculpas en Sanborn’s, al estilo de Arturo Rueda en su último video en el hospital Ángeles.

¡Falsedad pura!

Años después, platicando con el periodista Rodolfo Ruiz en el restaurante del hotel Quinta Real, le reclamé en plano amistoso la razón de haber dejado pasar esa columna de Mario Alberto Mejía. Su respuesta fue contundente: “Pinche Mario Alberto, me llevó información falsa”. Rodolfo, fue jefe de “Mayito” en El Universal Puebla.

Sus cadáveres exquisitos se le siguen saliendo del clóset.

Huauchinango, lo vio salir a él hace mucho.

POSDATA 2: Mi respeto total a un caballero, hombre de palabra, don Guillermo Jiménez Morales. No así a Alberto Jiménez Morales. Sin embargo, deseo que descanse en paz.

POSDATA 3: El oficio más antiguo del mundo es el comercio. ¿Alguien lo duda?

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