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Adán va a entregar a Lalo para salvarse.

Escrito por Gerardo Herrera

A ver, ¿dónde están las 1,400 calles pavimentadas, el 97% de luminarias encendidas y los 2,500 policías que, según la administración, deberían estar cuidando a la ciudadanía de Puebla? ¡Pues nadie sabe! Pero lo que sí sabemos es que la realidad ha comenzado a exhibir la ineficiencia y descontrol de este gobierno panista. La ironía es que el hilo siempre se rompe por la hebra más delgada, y en este caso, esa hebra se llama Adán Domínguez, el sustituto del alcalde Eduardo Rivera, quien parece haberlo dejado solo en el barco que se hunde.

La pregunta es obvia: ¿Quién va a cargar con la culpa?

Hoy, mientras Domínguez busca cómo justificar una deuda pública de 600 millones de pesos, el gobernador del estado, Sergio Céspedes, tuvo que meterle mano con 50 millones para tapar al menos los 1,500 baches más terribles de los 10 mil que hay regados por toda la ciudad.

Y mientras se destapa esta olla, de la peor administración que haya tenido la Angelopolis, el saldo negativo en los estados financieros de septiembre ya alcanzó los 587 millones de pesos, y lo peor de todo es que no solo es un problema de números; estamos hablando de una administración que gastó como si no hubiera un mañana.

Regidores de Morena ya alzaron la voz, denunciando el mal manejo del dinero público y la falta de transparencia. ¡Ah, y no nos olvidemos de los 100 millones de pesos que les deben a los trabajadores por retenciones de seguro social, Infonavit y otros conceptos! En total, la deuda suma 680 millones de pesos.

Y aquí viene la pregunta incómoda: ¿quién va a pagar los platos rotos?

Eduardo Rivera y Adán Domínguez recibieron un municipio libre de deudas y con un presupuesto por arriba de los 6 mil millones de pesos para ejercer en 3 años, pero ahora nos quieren colgar un crédito por 600 millones de pesos que amarrará a Puebla durante 10 años. ¿Se nos va a olvidar esto cuando vayamos a votar? ¿El PAN está consciente del daño que esto le hará a su futuro en la capital? Porque, a este paso, no parece que vayan a gobernar Puebla otra vez en mucho, mucho tiempo.

¿Qué está haciendo Adán Domínguez? Seguramente preparando su salida, pero no sin antes cantar lo que tenga que cantar. Porque, querido lector, cuando las cosas se ponen feas, siempre hay alguien que canta. Y Adán tendrá que confesar quién estaba detrás de los movimientos financieros que ahora se están destapando. ¿Fue por la fallida campaña de Lalo Rivera? ¿O hay algo más profundo?

El gobernador electo al ser cuestionado lanzó una frase: “No habrá fobias ni persecución, pero tampoco impunidad”.

Es un hecho que la cuenta pública de Domínguez no va a pasar. Y las de Eduardo Rivera ya están bajo el microscopio, listas para ser revisadas con lupa. La lección para el PAN es clara: después de esto, volver a gobernar la capital de Puebla será un sueño lejano.

A menos que sacrifiquen a Lalo.

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