Ya no es una ciudad de ángeles, sino un basurero humano donde la muerte se pasea con total impunidad, envuelta en bolsas, metida en tambos o, peor aún, colgada para escarmiento de una ciudadanía aterrorizada. Los datos no mienten; mienten los responsables que prometieron paz.
La secuencia es macabra y ya no sorprende, lo cual es el verdadero horror. En menos de tres meses, sumamos 15 hallazgos de cadáveres solo en la capital. No son muertes naturales, son ejecuciones que exhiben la firma del crimen organizado y la nula capacidad de las autoridades para contenerlos.
Recordemos la cronología del terror:
• Agosto: Dos hombres envueltos en plástico (22 de agosto), un cuerpo en un tambo cerca del 5 de Mayo (24 de agosto). Luego, el 27 de agosto, una bolsa con forma humana en Santa Lucía y otro cadáver atado en La Cuchilla. Mensajes claros, brutales y sistemáticos.
• Septiembre: La insolencia de la muerte colgando a un hombre en plena calle Hombres Ilustres, en Ignacio Romero Vargas (6 de septiembre). Y el 15 de septiembre, en vísperas de la fiesta patria, un cuerpo más en Analco. La noche que debía ser de celebración, fue de luto y espanto.
• Octubre: El mes en curso no disminuye el ritmo. Un embolsado en El Salvador (2 de octubre), un cadáver en la 11 Poniente, en pleno Centro Histórico (4 de octubre). La cumbre del descaro: dos cuerpos en bolsas negras en Paraíso (8 de octubre). El clímax, el 17 de octubre, el cuerpo de una mujer abandonado en un carrito de supermercado en El Carmen. Una imagen de terror que congela la sangre.
• La Cifra Roja Sigue Subiendo: 20 de octubre, un hombre con signos de violencia en San Aparicio, el mismo día que fue asesinado a balazos el "Medio Metro poblano". Y hoy, 21 de octubre, asesinan a un guardia en La Fayuca.
La ciudadanía observa con miedo, angustia y desconfianza. Ya nadie se siente seguro ni en su propia colonia. Estos no son crímenes aislados; son la evidencia de que grupos criminales han tomado el control de facto de la ciudad, utilizando sus calles como tiradero y ajustando cuentas a la vista de todos.
¿Y la autoridad municipal?
Mientras Puebla se desangra y se vuelve una capital de terror, el presidente municipal, Pepe Chedraui, brilla por su ausencia efectiva.
Las cifras que presentó en su informe son una burda farsa, un maquillaje estadístico que ofende a las familias de las víctimas y a todos los que viven con miedo. Decir que las cosas mejoran es una mentira descarada cuando los hechos demuestran lo contrario: la violencia se ha agravado bajo su gestión.
No es falta de recursos, es falta de voluntad, de estrategia y, peor aún, de valor para enfrentar la realidad.
Pepe Chedraui no está trabajando por la seguridad; está fallando estrepitosamente.
Puebla se ha convertido en un cementerio urbano y la inacción del gobierno es la lápida de la esperanza ciudadana. Dejen de mentir con sus estadísticas alegres. La única verdad está tirada en la calle, envuelta en plástico y bañada en sangre.
La ciudad pide a gritos un gobierno que no mienta, que no se esconda y que, por dignidad, dé la cara a esta terrible crisis de seguridad que nos ha convertido a todos en rehenes del terror.
