El origen de la rosca de reyes es muy antiguo, en el siglo IV cuando el cristianismo comenzó a afianzar su lugar al interior del Imperio Romano.
En ese entonces, se acostumbraba ocultar un haba al interior de un pan durante la Saturnalia (que más tarde sería sustituida por la Navidad), fiesta dedicada a Saturno que coincidía con el solsticio de invierno.
Durante la Edad Media, los cristianos retomaron la tradición, serían ellos quienes iniciarían con la costumbre de ocultar un haba dentro del pan.
Sin embargo, no fue hasta el reinado de Luis XV en Francia que la Rosca de Reyes se popularizó en Europa, convirtiéndose en una tradición para celebrar la fiesta de la Epifanía del Señor, también conocida como Día de Reyes. Esta costumbre adoptada por España, llegó a México durante la época del Virreinato.
De acuerdo con su origen, la Rosca de Reyes simboliza la búsqueda de los Reyes Magos para encontrar al Niño Jesús por lo que su forma representa una corona como la que utilizaban Melchor, Gaspar y Baltazar. Aunque también se asocia al amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin.
Los frutos secos y cristalizados simulan las joyas incrustadas de las coronas de los Reyes Magos, aunque algunos lo interpretan como los obstáculos para encontrar al Niño Jesús.
Las figuras de plástico o cerámica escondidas dentro de la rosca simbolizan al Niño Jesús y el momento en que la Virgen María y José lo ocultan para salvarlo del Rey Herodes.
Así, la costumbre en México es que quien encuentre la figura del Niño Jesús dentro del pedazo de rosca a degustar será quien debe preparar los tamales para el 2 de febrero, conocido como el Día de la Candelaria.
Actualmente, hay muchos tipos de roscas de reyes, pues cada región de México inventa sus propias versiones.