“El estado clínico del Santo Padre sigue siendo crítico pero estable”, indicó el Vaticano, añadiendo que “el pronóstico permanece reservado” y que “por la mañana, después de recibir la eucaristía, reanudó su trabajo”.
La salud del Papa Francisco
Francisco fue hospitalizado el 14 de febrero con dificultades respiratorias y bronquitis, condiciones que posteriormente se agravaron. Poco después del internamiento, el Vaticano anunció que sufría de neumonía en los dos pulmones, con un cuadro clínico “complejo”.
El estado de salud del Pontífice se deterioró el sábado con “un ataque asmático prolongado que necesitó oxígeno a alto flujo” y problemas hematológicos que requirieron una transfusión de sangre.
Sin embargo, la Santa Sede indicó el lunes que no tuvo más ataques respiratorios como el sufrido el sábado.
Aun así, el Papa continúa siendo “un paciente frágil”, como lo advirtió el viernes su médico Luigi Carbone.
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Por otro lado, la “insuficiencia renal leve” que padece desde el domingo “no es preocupante”, precisó el lunes la Santa Sede.
El Papa Francisco vive su cuarta hospitalización y la más larga desde 2021. Este ingreso a un nosocomio en Roma está causando gran preocupación por los problemas previos que han debilitado la salud del Papa en los últimos años. Entre otras cosas, se ha sometido a operaciones en el colon y el abdomen y ha tenido dificultades para caminar.
La hospitalización del Papa, líder espiritual de 1.400 millones de católicos y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, ha reabierto las interrogantes sobre su capacidad para desempeñar sus funciones. El derecho canónico no prevé ninguna disposición en caso de un problema grave que pueda afectar a su lucidez.
También reavivó las especulaciones sobre la posibilidad de que Francisco renuncie, aunque ha dicho varias veces que ese momento aún no ha llegado.