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Sabías Qué? Portugal tiene un río en forma de dragón

Escrito por Henry Sánchez Ortiz

 

Una de las estampas aéreas que dio mucho de qué hablar en 2020, fue la del fotógrafo británico Steve Richards quién captó en un río del Algarve portugués a un dragón azul.

Una fotografía bella, pero que no tiene nada de naturaleza virgen. Mirar la tierra desde el cielo es siempre un espectáculo. La mirada de halcón ofrece vistas insospechadas. La naturaleza sorprende con curvas y geometrías fractales, y la mano humana traza al lado líneas rectas que resaltan entre las formas orgánicas de la naturaleza.

A vista de pájaro, Richards captó la imagen de un dragón de rutilante color azul, similar a las estilizadas figuras del animal mitológico que estamos acostumbrados a ver en las representaciones artísticas chinas.

El dragón no es más que el curso del río Odeleite, un afluente del Guadiana portugués embalsado cerca del municipio de Castro Marim poco después de su nacimiento en la sierra de Caldeirao.

La forma que adopta la cola del pantano mientras atraviesa las lomas de esta comarca portuguesa que mira al Atlántico adquieren, al ser vistas de arriba, la inconfundible estampa de un dragón chino en escorzo vertical. La imagen de Richards muestra una larga y sinuosa cola rematada en una cabeza reptiliana, que corresponde al ensanchamiento del embalse cerca del muro de la presa.

Ilusión y realidad

Al contraste de la foto contribuye la aridez del paisaje circundante. El interior del Algarve es una región que de forma natural es rica en vegetación, que prospera influida por los vientos cargados de húmedad oceánica. Pero la política forestal y el monocultivo de pinos y eucaliptos, estos últimos para la  industria del papel, han convertido el terreno en un polvorín.

Desde hace décadas, la región lusa sufre el azote de incendios devastadores, que ha dejado laderas descarnadas sobre las en tiempos verdes colinas donde prosperaban bosques de encinas y alcornoques y riberas umbrosas pobladas por especies endémicas de Iberia como el loro (Prunus lusitanica) o el ojaranzo (Rhododendron ponticum), plantas fósiles relictos del Terciario y que aman el calor y la humedad.

Es sobre ese tapiz de colores ocres y de tierra quemada sobre el que se dibuja ahora el brillante el dragón de agua del río Odeleite.

Hay cientos de miles de personas que admiran esta imagen y que hacen comentarios que van desde lo estético a lo zen; de lo digital a lo espiritual, y de los videojuegos a lo místico. Sin embargo, a quienes amamos la naturaleza nos gustaría comentarles: No se fijen solo en el dragón azul. Miren también el torturado territorio del Algarve que lo rodea.

 La cruda estampa de esa tierra herida por el fuego y el abandono rural es tan potente como la imagen del dragón mitológico. Y, a diferencia de él, esta es real y habla de erosión y pérdida de cobertura vegetal.  Nos cuenta sobre una realidad actual y terrenal: el cuidado de un territorio del que dependemos y que ninguna imagen de Flickr o Instagram convertirá en bella, porque no lo es, realmente, sino que es la muestra de una pérdida irreparable de paisaje.

 

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