Quienes antes defendían la crítica y la libertad de expresión, ahora, desde el poder, exigen respeto. ¿Suena contradictorio?
El nombramiento de perfiles que mezcla juventud y experiencia en el gabinete legal y ampliado del gobernador electo Alejandro Armenta, no ha sido del gusto de la envidia y la ambición que añoran sus cotos de poder.
Puebla capital se ha vuelto tierra de nadie, donde cada día aparecen cuerpos desmembrados, torturados o calcinados frente a la policía municipal sin ninguna repercusión legal.
Si el Partido Acción Nacional aspira a mantenerse como una fuerza política relevante y rescatar de las ruinas a su base militante, que es su único pilar de apoyo en estos tiempos, debe actuar con prontitud en dos direcciones fundamentales:
La reciente aparición de mantas colgadas en los puentes de San Martín Texmelucan, exigiendo que las autoridades federales y estatales, tanto salientes como entrantes, tomen cartas en el asunto sobre las extorsiones perpetradas por los propios cuerpos de seguridad municipal, deja entrever un trasfondo político inquietante.
Hoy, por la mañana, desfiló el Gran Mariscal de los migrantes mexicanos, integrados en la comunidad hispana, por las imponentes avenidas de Nueva York, reconociendo el gran esfuerzo de los que dejaron sus comunidades en busca del sueño americano que, en la actualidad, retribuyen con trabajo y divisas a sus familias y a la economía de México.
Recuerdo qué en 1995, tras la devaluación más grande en México, en diciembre de 1994, el entonces Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, dijo esta frase: “Es que me dejaron el país sujeto con alfileres”.