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Opinion

El Congreso de Puebla fue testigo de un encendido discurso de la diputada local del PAN, Lupita Leal, quien, al rechazar la reciente reforma judicial promovida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, evocó las palabras de Mario Vargas Llosa sobre la "dictadura perfecta".

Dialogar, negociar, convencer, son armas en el arte de la política para lograr acuerdos legislativos. Esto lo cité, no es nada nuevo, argumentando que sucedería, llevando a Morena y sus aliados a conseguir la mayoría calificada bicameral y la añorada Reforma Judicial.

La frase “¿A un amigo se le dispara en la cabeza para matarlo?” pronunciada por Ciro Gómez Leyva en su noticiero nocturno hace eco en los medios y en la sociedad mexicana. Un comentario que claramente alude a una presunta orden presidencial detrás del atentado que sufrió hace dos años. La insinuación es grave, pero más grave es la fragilidad del periodismo cuando este tipo de afirmaciones, sean veladas o directas, comienzan a moldear la opinión pública.

En un México que ha aprendido a navegar entre sombras y tempestades, la luz de la esperanza no es un destello pasajero, sino un fuego persistente que, contra todo pronóstico, ha permanecido encendido, incluso cuando el horizonte parecía más oscuro.

En 1997, México vio cómo el PRI perdía su dominio absoluto en el Senado, dejando atrás la era en la que podían hacer y deshacer a su antojo. Ese partido que privatizó Telmex, Aeroméxico y Banamex entre otras empresas estatales, pasó de ser la aplanadora política que moldeaba la economía según sus intereses, a una sombra de lo que fue.

Como lo hizo durante los 6 años de su mandato el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador -AMLO-, miente un día y miente siempre, y con sus “otros datos” ha engañado a miles de sus seguidores en el país.

Hace 50 años nos conocimos Javier Sánchez Galicia y un servidor.

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